El sol ya se acercaba al mar, poniéndose lentamente y convirtiendo la playa en un caleidoscópico paisaje de naranjas y violetas.
Sentí la brisa fresca del atardecer y se erizó mi piel, escruté el lugar en busca de aquel desconocido cuya promesa aún latía en mi sexo; pero no había rastro de él, y cada vez quedaba menos gente. Decidí esperar hasta que el sol se escondiera completamente, me envolví los hombros con un pareo y me abandoné a mis pensamientos…
Supe que había llegado al notar su aliento en mi cuello, sus manos deslizándose por mi espalda, cogiendo la fina tela que descansaba sobre mí, vendándome con ella los ojos, mordiéndome el cuello. Ya no tenía manera de saber si quedaba alguien en la arena, ya no existía nada más que esos labios cálidos que recorrían mi nuca, unos dedos hábiles desatando mi bikini, unos brazos fuertes que me obligaban a tumbarme en la toalla, y una lengua húmeda recorriendo mi barriga, arrastrando con ella la sal y el calor de mi cuerpo.
El tiempo se detuvo mientras me mordisqueaba suavemente el clítoris a través de la braguita del bikini; continuó su avance, retirando apenas la tela para dar paso a su lengua, serpenteando por mi sexo, alternando caricias, profundizando en mí; y yo ausente, gimiendo al aire de la noche, buscando su pelo para agarrarle, para que no parara, moviendo mis caderas convulsivamente al ritmo de su boca.
Pero paró, y sus dientes atraparon mis pezones, con fuerza, mis gritos desatándose, guturales, ansiosos, felinos, como mi deseo. Rozaba mi ingle con su pene erecto, se enredaba su nariz en mi pelo, susurraba un “todavía no” incitante, que alimentaba mis ganas. Volvió a bajar hacia mis muslos para librarme de lo poco que cubría mi cuerpo, pidiéndome que me volviera, y tumbada boca abajo acarició mi espalda y mordió mi trasero, reptó sobre mí y me penetró, mientras sus dedos expertos se perdían en mi humedad.
Me besó, y en ese beso pude saborear todo el amor efímero del mundo, y el orgasmo fue espectacular, cuando al sentir que me acercaba al final se agarró con fuerza a mis caderas e incrementó su ritmo para fundirse conmigo.
Sentí la brisa fresca del atardecer y se erizó mi piel, escruté el lugar en busca de aquel desconocido cuya promesa aún latía en mi sexo; pero no había rastro de él, y cada vez quedaba menos gente. Decidí esperar hasta que el sol se escondiera completamente, me envolví los hombros con un pareo y me abandoné a mis pensamientos…
Supe que había llegado al notar su aliento en mi cuello, sus manos deslizándose por mi espalda, cogiendo la fina tela que descansaba sobre mí, vendándome con ella los ojos, mordiéndome el cuello. Ya no tenía manera de saber si quedaba alguien en la arena, ya no existía nada más que esos labios cálidos que recorrían mi nuca, unos dedos hábiles desatando mi bikini, unos brazos fuertes que me obligaban a tumbarme en la toalla, y una lengua húmeda recorriendo mi barriga, arrastrando con ella la sal y el calor de mi cuerpo.
El tiempo se detuvo mientras me mordisqueaba suavemente el clítoris a través de la braguita del bikini; continuó su avance, retirando apenas la tela para dar paso a su lengua, serpenteando por mi sexo, alternando caricias, profundizando en mí; y yo ausente, gimiendo al aire de la noche, buscando su pelo para agarrarle, para que no parara, moviendo mis caderas convulsivamente al ritmo de su boca.
Pero paró, y sus dientes atraparon mis pezones, con fuerza, mis gritos desatándose, guturales, ansiosos, felinos, como mi deseo. Rozaba mi ingle con su pene erecto, se enredaba su nariz en mi pelo, susurraba un “todavía no” incitante, que alimentaba mis ganas. Volvió a bajar hacia mis muslos para librarme de lo poco que cubría mi cuerpo, pidiéndome que me volviera, y tumbada boca abajo acarició mi espalda y mordió mi trasero, reptó sobre mí y me penetró, mientras sus dedos expertos se perdían en mi humedad.
Me besó, y en ese beso pude saborear todo el amor efímero del mundo, y el orgasmo fue espectacular, cuando al sentir que me acercaba al final se agarró con fuerza a mis caderas e incrementó su ritmo para fundirse conmigo.
11 comentarios:
Y fue el mejor orgasmo de tu vida? o exageró? jeje
Muchas gracias por esta segunda parte... tan excitante. Desconocidos, sexo en público y grandes dosis de morbo..
Bueno, para ella lo fue, pero como todos sabemos, todo es superable...
Me besó, y en ese beso pude saborear todo el amor efímero del mundo, y el orgasmo fue espectacular, cuando al sentir que me acercaba al final se agarró con fuerza a mis caderas e incrementó su ritmo para fundirse conmigo.
Esa parte final me marcó...como siempre un placer pasar por tu morada...
besos dulces...
Muchas gracias Susy, y muchos besos de miel para ti también.
Chiquilla, que no es bueno acalorar así a una ameba, que soy muy chiquitita y esto me mete más calor en el cuerpo del que me cabe...
Un besazo, preciosa !!!
Bueno Magenta, así tienes una excusa para ir a la playa a refrescarte :)
Muchos muás para ti y tu neurona :P
BBufff, Sherezade, contar algo así en vísperas de San Juan hace volar la imaginación, qué calentura!!!!
Un besote
Yedra
Cualquier día te detienen y acabais los dos en la cárcel por escándalo público.
Yedra, lo hago para que vayais cogiendo ideas ;)
Cabezota sin remedio: Si me pillan, ya encontraremos alguna manera de convencer al policía... :P
Besitos
Ays que calorín mas rico, sip.
Mmmmmmmm a pesar de la humedad :D
No siempre la humedad refresca...
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