Yo abandoné el cálido sexo de Carla para abrazar con mis labios el pene de Pedro. Él gimió, y Carla se dio la vuelta para besarle.
Me senté en el sofá y Carla acudió a mí para sumergir su lengua en mi entrepierna. Pedro se agarró a sus nalgas y la penetró desde atrás mientras la lengua y los dedos de mi compañera de piso me conducían al cielo. Gemí, grité y acerqué mi boca a la de Carla para beber de mí.
Pedro propuso intercambiar papeles y esta vez fui yo la que recibió las contracciones de Carla en mi lengua y a Pedro en mi sexo. Cuando Carla alcanzó el clímax, Pedro se tumbó sobre la alfombra, dejando que Carla y yo nos lanzáramos sobre él para lamerle, arañarle, morderle, acariciarle, besarle, pellizcarle... turnándonos para disfrutar de su miembro erecto en los labios, hasta que no pudo controlarse más, y explotó sobre nosotras con un gemido gutural que inundó la habitación de deseo.
Nos tumbamos junto a él y nos quedamos dormidos hasta que el amanecer dibujó un nuevo día cargado de besos y sudores, de horas entre las sábanas y risas juguetonas.
El lunes todo volvió a la normalidad; todo, menos que ahora duermo siempre con Carla.
3 comentarios:
hay que ver quien fuese pedro XD!....
No has perdido el toque... con historias como esta seguro que hoy no duermo ... jajajja
Besos
Me alegra que os haya gustado, esta Carla, verdad, qué pillina!
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