
He pensado en ti, y mis dedos han ido, por propia iniciativa, a instalarse entre mis muslos. Sin quererlo, sin poder siquiera darme cuenta de lo que pasaba, me he acariciado, mientras te recordaba tras de mí, penetrándome con fuerza, mordiendo mi cuello y amarrándote a mis caderas.
He querido parar pero la imagen de tus ojos lujuriosos perforando mis pupilas me ha hipnotizado, y de nuevo mis manos han buscado mi clítoris y lo han hallado húmedo de deseo. Reptan por mi sexo, cuando evoco tu lengua entre mis piernas. Abajo, más abajo, junto al cielo que nos espera a los perversos seres que amamos el cuerpo de otro. Justo ahí donde te recreabas mi placer se expande de nuevo; te tengo sobre mí como si pudieras de verdad poseerme; grito de placer para que puedas oírme, más allá del mar, dondequiera que estés.
Te necesito.
He querido parar pero la imagen de tus ojos lujuriosos perforando mis pupilas me ha hipnotizado, y de nuevo mis manos han buscado mi clítoris y lo han hallado húmedo de deseo. Reptan por mi sexo, cuando evoco tu lengua entre mis piernas. Abajo, más abajo, junto al cielo que nos espera a los perversos seres que amamos el cuerpo de otro. Justo ahí donde te recreabas mi placer se expande de nuevo; te tengo sobre mí como si pudieras de verdad poseerme; grito de placer para que puedas oírme, más allá del mar, dondequiera que estés.
Te necesito.